martes, 20 de julio de 2010

UN TRISTE SUEÑO

Lo reconoció nada más verlo; había recorrido miles de veces sus secretos senderos, se había perdido entre el espeso aroma que emanaba de cientos de arbustos y plantas que-con suave movimiento- la invitaban a danzar, había sido ninfa y hada entre sus bellas flores al abrigo de un manto estrellado y ahora el bello paraje, tantas veces soñado, estaba ante sus ojos.
Aquel lugar era cuanto necesitaba; de naturaleza agreste, indómito, salvaje, pero también fuerte como la roca, tierno como un beso, transparente como el amante corazón, fresco como juvenil sonrisa.
Sin pensarlo ni un segundo, fue construyendo piedra por piedra, pilar por pilar el refugio que siempre ansió, sobre sólidas bases, con cariño, con solicitado esmero, infinita paciencia y amor, mucho amor, todo el amor…
Allí transcurrió su vida, llena de ilusiones, las risas llenaban cada perdido rincón del lugar, las pequeñas rendijas bebían de cada gota de deseo y placer, sus afiladas torres se iluminaban en la noche con los susurros de felices enamorados mientras sus muros se sentían abrazados por las notas de bellas melodías.
Y llegó el otoño, el invierno, y la poderosa fortaleza fue testigo de fuertes vientos, tormentas y lluviosos días, apuntando al cielo y levantando la orgullosa mirada implorando un leve rayo de sol. Fueron muchos los embates, mucho el daño sufrido pero ella sigue allí, altiva, imponente, soberbia y majestuosa, esperando el regreso de aquellos que un día vistieron sus piedras de alegres colores, sellaron con ancestrales cánticos las puertas de la ilusión.
A ella cuentan que se la ve, entre las viejas ruinas, con etéreo ropaje, danzando su amor envuelto en invisible melodía, riendo a carcajadas con su enamorada la pálida luna y bordando de tristes lágrimas la flor de su pasión.